Enter: segundo/eterno

Cuando nos invadieron las máquinas
había incertidumbre que corroía
el raciocinio del ser más privilegiado.

Con tanto avance metido en el cerebro
las pupilas se agrandaban
mostrando asombro.

Nadie imaginaba el futuro
ni predecía que los deseos se amoldarían
a la medida de los cuerpos.

La moda nos fundaba los ropajes necesarios
hasta encarnarse;
la piel sufría por falta de aire,
y costaba desprenderse
de la publicidad barata.

Nadie sospechaba cómo terminaría
el verdadero deseo de abrazar
con una pulsión inmejorable
el amor que escapaba de las manos.

Entrar a las cabinas en 2050 fue la salvación
para muchos como yo
con una mujer muerta que me llamaba

a su polvo estelar para conectarnos
y rehacer la historia.

Cuando nos invadieron las apps
los dispositivos dictaban la ruta del camino
y nos cegaban.

El mundo se volvió una paradoja
con jerarquías obligadas en algoritmos
que detectaban las pasiones
más allá del esqueleto.

Y la verdad estaba ahí,
en la huella digital
y en los vestigios de la nube
a merced
de los sensores.

Para 2073
presionaba enter
si quería emigrar de sexo.

En segundos se me concedía
eternidad.

Y la palabra Muerte
se había desvanecido
a otros confines.

Publicado en la antología IA, memoria del proyecto Creando futuro (5a edición), pp. 16-17, diciembre de 2023, La Cartonera, Cuernavaca, Morelos.


El centro de la voz y un pretexto

Los loros de alguna leyenda… Escapadas y en los aires

porque palabras más, palabras menos, y así en los libros

de entre sus páginas: loros sin liras más verdes que

el cerro pintado al finísimo óleo

loros al fin que repiten discursos y se copian

las respuestas que bendice el aire y desteje, ¿quién?

Como voces que reptan, así la voz mía que se estira

cual cuerpo ante el indicio solar en la ventana

Somos en el asfalto un poco de mugre y aceite

cuando loros por la vida vamos

nada nos espera todo : ciega incertidumbre

hasta en el río tráfico de voces repetidas dadas a decir lo mismo

Así, mi terapia mi oído abismal mi contradefensa

mi diario de la de la de LA Lira y nos vamos

por una última a enredar en gruesa lengua el sonido de LA

y de le y de lu – – – narías en centros de donde viene la VOZ.



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