UMBRALES

De fuego y quebranto serán    aunque ojos
demasiado abiertos han corrompido espacios en paredes
que tejer salidas enreden lo imposible
        Fuego Quebranto    Abre los cerrojos     y pon
la carne al descubierto para deslizar las noches
que llevamos dentro como un Dios de guerra en una furia
        Decir palabra es sacudirse la abstracción
poner sobre la vista el mapa de la tierra adherida
en la que encontramos huesos 
pacientes búsquedas  en camino hacia   rutas espejeables
que me pierden y te pierden
y así no hay interior que perezca como la tanta
soledad de los pasos
        Sin detenerme ante umbrales Voy sigiloso
Vamos envueltos en una masa extraña que se contamina con el humo
gestado de calles y fábricas
            V  a m o s   sin guía    sin lámpara en mano
ya casi con el hueco del esqueleto.


(Publicado en el Fanzine Kiosko Volador, número 6, agosto de 2023, Ciudad Sahagún, Hidalgo, México).


tarJETA de identificación

Como alguien que pierde la señal

y se encuentra en medio del naufragio.

Así yo, que me presento con mi jeta y mi

nueva piel:

semblante cubierto

por una lluvia de balas… Más ficticio no podría ser

ese despliegue de luciérnagas

que han agujereado el rostro donde

nada pasa. Balas, luces, centelleos

que son ráfagas en mi cambio de domicilio,

en mi lengua que se enrosca viva

como el tentáculo del pulpo en cacerola

de espantos.

Por no decir que hay más muerte entre lugares

y transiciones: de un lado a otro, con

nuevo nombre con nuevo rostro. Al fin

lo giratorio lleva la velocidad sensata

pero ningún movimiento podrá generar

el cambio de página, de piel,

de nombre.


(Publicado en el Fanzine Kiosko Volador, número 6, agosto de 2023, Ciudad Sahagún, Hidalgo, México).


Sr. Inexistente

Como arte de magia mayor,

el amor desaparece de las manos

y en la mente de alguien

es difícil reconstruir la escena.

¿El amor juega? ¿Escapa?

Sin referencia la duda persiste,

y de repente es ya «un estate quieto»,

con la obligación a rendirle culto

en la forma acorazada de un plástico

o un ramo sin vida de cuerdas secas

que conectan las intenciones

de unas manos arrastradas

hacia el torbellino de su «amor».

Pero el señor certero en la puñalada

anda aquí y se desaparece, y vuelve

para advertir enseguida

«conmigo no se juega».

Nadie lo ve, pero todos hablan

con la seguridad de una lengua

consumiendo su fuego.

Dicen sentirlo en los aires,

en los almacenes donde se reparte

el sonido,

en amplias galeras de sudoraciones

anónimas;

con cuerpos que deambulan

ataviados solo con disfraces,

como si se tratara de una comparsa

en los callejones más oscuros

del suburbio.

El amor irradia en el diamante del ojo,

desvela a quien se deje

y construye su nido por un tiempo

en el torrente de la sangre

que se infecta de amor barato

cuando hasta el nombre

se olvida en camas

que no han sido compradas

con el sudor de la frente

pero sí revisitadas a destiempo

para adherir a la elasticidad

el músculo fugitivo,

mientras alguien perece con la idea

de una grotesca eternidad.


Late este sonido

Todo se despliega como un aleteo.

La posibilidad abre capas a una vista múltiple de voces

en las que va el registro del día

y las escasas razones

que me orillan al silencio.

Asaltar la valla. Saltar para salvarse.

Lanzar lo que se deba,

porque algún día será olvidado el nombre que me pintaron en la frente.

Y antes de que llegue ese olvido, invoco una palabra,

una imagen gastada para resarcirles el brillo

y una nueva vida las invada.

De lo olvidado, una corriente nos trae los desechos,

esparce la partícula presa en los cantos del polvo

y todo el tiempo se detiene,

cambia el latir de los relojes

bajo una lluvia que predice el destino.

Hilar así la frase, traerla de nuevo

a la cueva del sonido, de la que nunca debió salir.

En la luz de las distancias

Puedes despertar del sueño, expandir la vista

después de un letargo.

Ahora se construye la realidad en un espejo

y te mira sin latir,

aunque la sangre se agolpe y lleve ríos

de cadencias sueltas.

Despertar para acudir a una acción impostergable,

sostener la fuerza del latido,

no mirar hacia atrás:

los años cubiertos en el vuelco

de la historia.

Esos que trazan caminos discontinuos

que se olvidan en la noche de los últimos días.

Despertar hacia lo real. Sacudir el polvo encapsulado

en los instantes, y la demora no esperará

ni un segundo.

Tendrá como sello el tiempo perdido

y las ansias de regresar al faro en la luz de las distancias.

Hasta volverse agua

Sin miedo a la página en blanco

extiendo el manantial recién desatado por el cauce.

Lo flexible no repara en surcos sorpresivos

y se abalanza a una corriente

que ya va, que ya está aquí en el centro de mi asombro.

Lo blanco impone pero no intimida indecisiones.

Es por sobre todo, la invitación a una ceremonia

de cálculos y miradas sensitivas

a través del movimiento, como si el aire

y los elementos condescendientes

trazaran el dibujo en medio de transparencias.

Algo natural me canta a los oídos y los hace sumergirse

al misterio de toda creación.

Las palabras se alzan en bloques descontinuos

se abrazan para sostenerse

y es ahí donde existe el lenguaje

que me compone.

El equilibrio tiende sus redes y en el paisaje se abren

las puertas

por donde se asoma

la sorpresa vestida de verdes y azules

del agua que contiene mi memoria.

Todo yo soy el cuerpo extendido

mis aberturas alojan el agua estancada

y es la herida quien habla de tiempos

para configurar el reflejo de un rostro

en la sombra.

Tierra lejana

Vuelvo para morir

en el instante

de un incendio.

Vivir es el nudo que ata a la orilla

No verse prolongado

Quedarse

Encallarse

a un origen cenagoso.

Apuntes sobre cosas “menores”…

1)
Que pasaría si se invirtiera la historia.
Si esta sombra que me persigue,
de pronto fuera toda la luz
a la que tendría que aferrarme
para seguir viviendo.

Porque morir sin luz
es como nunca haber
apagado la luz de las velitas
de tu pastel ceremonial,
en el día en que nunca estuviste
frente a la llama de los festejos.

Qué sucedería
si pensáramos muros colapsados.
Soñarse en la piel correcta
para no escapar perseguido
de tu cuerpo.

El verdadero asoma desde la piel

… equivocado.
Quiere organizar la guerra
pero no se lo permito.

En todos los cuerpos se alojan
las sombras más robustas
que te destejen.

2)
Sobreviví con una alucinación inyectada
en la conciencia seca.
Pensé en extender alas
para escapar
en la cuerda colgando del cielo
para mirar de cerca las estrellas.

El brillo falso de la imagen me despertó.
La falsedad, ‒cosa terrible para seguir‒.
Pero, ¿cómo escapar de ella?
¿De su artificio?
Sin suprimir partículas
que serán necesarias
para el que sigue…

Y lo que sigue.

3)
Si fuéramos de pronto: golpe atroz.
… Desaparecidos
No habría otro discurso
más que la consigna entre papeles.
Es lo humano lo que desaparece.
Lo hace porque carece;
siente que debe destruirlo todo.

Por eso, terrible obstinación:
ver las cosas desaparecer,
desvanecerse sin sospechas.

4)
Mi instinto ha decidido
permanecer en cuarentena.
Desconectar las conexiones
para abarcar espacios
de blancos decibeles.

¿Huir? ¿Hay en verdad

persecución?

5)
Apunte final: aquí estuvo el que se abrazaba
a la utopía
corrigiéndose los pasos.


Publicado Raíces a una voz, antología literaria FILIT 2023, (Coord. Aguilar González, Mireya y M. Toro, Carolina), Puertabierta editores, pp. 103-105.


Enter: segundo/eterno

Cuando nos invadieron las máquinas
había incertidumbre que corroía
el raciocinio del ser más privilegiado.

Con tanto avance metido en el cerebro
las pupilas se agrandaban
mostrando asombro.

Nadie imaginaba el futuro
ni predecía que los deseos se amoldarían
a la medida de los cuerpos.

La moda nos fundaba los ropajes necesarios
hasta encarnarse;
la piel sufría por falta de aire,
y costaba desprenderse
de la publicidad barata.

Nadie sospechaba cómo terminaría
el verdadero deseo de abrazar
con una pulsión inmejorable
el amor que escapaba de las manos.

Entrar a las cabinas en 2050 fue la salvación
para muchos como yo
con una mujer muerta que me llamaba

a su polvo estelar para conectarnos
y rehacer la historia.

Cuando nos invadieron las apps
los dispositivos dictaban la ruta del camino
y nos cegaban.

El mundo se volvió una paradoja
con jerarquías obligadas en algoritmos
que detectaban las pasiones
más allá del esqueleto.

Y la verdad estaba ahí,
en la huella digital
y en los vestigios de la nube
a merced
de los sensores.

Para 2073
presionaba enter
si quería emigrar de sexo.

En segundos se me concedía
eternidad.

Y la palabra Muerte
se había desvanecido
a otros confines.

Publicado en la antología IA, memoria del proyecto Creando futuro (5a edición), pp. 16-17, diciembre de 2023, La Cartonera, Cuernavaca, Morelos.


Música en la rotación de los espejos

Si atrapo su sonido se diluye de inmediato.

En el intento, los dedos quedan fríos.

Pero no hay intento, sólo se me engaña con una ilusión de espejos

por donde veo el caudal que se aleja y no me espera.

Es un bullicio, y más allá,

la transparencia,

el surco flexible,

rutilante chasquido.

Los fragmentos livianos que se parten entre rocas.

Una risa, o lluvia sobre los hombros desnudos:

bendición que sacude tu cuerpo,

oración que se hace en los labios al apagar la sed

como si fuera mi entraña la más sedienta

de ti, bebediza postergación que sabe a manantial.

Diamantes líquidos son arrojados al vacío

luego, formas aperladas adheridas a la hoja;

algunas caen, otras se estampan en sus cálidos descansos

como lágrimas después de una lluvia,

confundidas y eternas

que abren fiestas de transparencia diminuta en el paladar

sobre olas que desprende la memoria.

El recorrido como unas manos que inician deslizamientos

para perpetuar el abrazo

y con ello, una eternidad de sentires que sacian la sed.

Música en la rotación de los espejos

sinergia de espíritus en los caudales más remotos.

Alguna vez atravesaste el tiempo de las mitologías.


Publicado en la antología El agua, memoria del proyecto de Creando futuro (4a edición), pp. 38-39, diciembre de 2022, La Cartonera, Cuernavaca, Morelos.


Caricatura

Lo primero en la mente: Palabra Cortada.

Alguna señal se detecta en las postales. Y todo eso, ¿para qué?

Gibrán pone el anzuelo para capturar la imagen.

Hay rosas y bermellones en los bordes. La imagen contrasta

con la realidad de afuera.

El hombre de la postal ríe y llora. Toma como pretexto

su autobiografía para sacar conclusiones. El reír y el llorar

son serpientes que se muerden la cola.

Todo en un gesto se simplifica como la imagen de una persona

al borde de un pozo.

La máscara oculta el verdadero deseo del demente.

Llegar a la basura y restarle escombro fue una acción deliberada.

Algo tenía que suceder después de ese reencuentro

con su sombra; una sombra que le dicta quién es para no olvidarse.

Ni perderse de nuevo en los subterráneos de la locura.


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